Maradona En Montemar

Septiembre de 1996

En principio aquella no era más que una mañana cualquiera de trabajo en el C.A. Montemar pero con un pequeño matiz sin demasiada trascendencia; a pocas fechas del inicio del curso de invierno en la Escuela de tenis, habíamos citado a todos los monitores y entrenadores para hacer la rutinaria “foto de familia”.

En esa tarea andábamos cuando nos reclaman a mí y a Manolo Sandoval desde Administración y nos comunican que Diego Armando Maradona viene de camino al Club para jugar al tenis. No dispone de raquetas ni bolas y, probablemente, tampoco de “partner” para pelotear, así que preparamos en la Pista Central todo lo necesario para una visita extraordinariamente inesperada.

Nos sorprendió de inicio el poco tiempo, apenas unos minutos, que tardó Montemar en llenarse de prensa; decenas de periodistas esperando a pie de parking la llegada del astro argentino con inusitada expectación.

Desgraciadamente para todos ellos, a su llegada Maradona se parapeta entre sus acompañantes (Coppola -su manager-, un amigo y dos miembros de seguridad) que impiden el acercamiento de los profesionales de la Prensa. De hecho en ese mismo momento, Manolo y yo nos presentamos como Directores de la Escuela de tenis y nos pide le acompañamos directamente a la pista.

Maradona En Montemar en 1996

Una vez allí, el dispositivo de seguridad se mantiene ampliando su radio de manera que nadie, salvo un camarero que les provee de las pertinentes botellas de agua, puede acercarse a menos de 50 metros de la Central.

Pasado un tiempo, aprovechando mi condición de “local”, cuando parece que su partidillo ha terminado y Diego descansa sentado en el banco de jugadores, me acerco a él con cierta cautela. Afortunadamente, su reacción hace que esa sensación desaparezca en el instante en que se dirige a mí diciendo, “acercáte Profesor, que no muerdo a nadie”.

Foto de grupo en Montemar con Maradona

Le explico lo de la “foto de monitores” y le pregunto si no le importaría que todos pudieran tener un recuerdo de su visita a Montemar; “pasen muchachos”, respondió con energía. A partir de ahí, pacientemente, posa con todos, con unos y con otros, en grupos y por separado. Juega con una “Jumbo ball” dando toques sentado en el banco, descalzo y sin que la bola caiga en ningún momento al suelo hasta que, con un sutil golpeo, la eleva y la posa en su cabeza donde la mantiene durante segundos.

Manolo y yo quedamos charlando relajadamente con Diego. Nos cuenta que ama el tenis y juega siempre que tiene ocasión; que ha venido a Alicante a visitar a un doctor esa misma tarde en La Nucía (o aledaños, creo recordar) y que … “chicos mañana quizá vuelva y jugaremos un dobles”.

A la mañana siguiente, ahora sí, los periodistas se hacen eco del tristemente sonado incidente de aquella misma madrugada en el Hotel Meliá (un ascensor roto y algún detalle más) en toda la Prensa, local y nacional.

En nuestro recuerdo, afortunadamente, pesan mucho más esos maravillosamente sencillos momentos compartidos con el Genio. Descansa en Paz!

Chimo Pérez
Director de la escuela de tenis Montemar

Foto de grupo en Montemar con Maradona